Repensar el liderazgo
Las generaciones cambian y las preferencias también. Los nuevos profesionales plantean un recambio de necesidades que reflejan la realidad dinámica del mundo laboral.
Según un relevamiento realizado este año por nuestra consultora entre alrededor de 400 profesionales, 54% de los encuestados destacó al equilibrio entre la vida personal y profesional como el aspecto más importante de su trabajo. Solo 11% eligió a la remuneración económica como prioridad principal.
En este panorama, la satisfacción de los profesionales comienza a ser un valor estratégico en aquellas organizaciones que plantean políticas de largo plazo y piensan más allá de la rentabilidad financiera del negocio. Esta tendencia se intensifica cuando emergen nuevas generaciones que comparten y estimulan la concepción del trabajo asociada al placer y la diversión. En consecuencia, preservar el bienestar de los empleados tiene un efecto directo en la productividad y refuerza el vínculo de compromiso que las personas tienen con su trabajo.
Los jóvenes de la denominada Generación Z (nacidos entre 1995 y el primer lustro de la década del 2000) comenzarán sus primeras experiencias profesionales el año próximo para irrumpir en las empresas con reglas y códigos propios. Este nuevo grupo representa un desafío para los gerentes y directores que aun lidian con los cambios impuestos por la Generación Y. ¿Quiénes son, verdaderamente, estos jóvenes Z?
Encasillar una generación dentro de un perfil es pecar de generalista. Aun así, podríamos describir ciertos rasgos o tendencias que los caracterizan. En primer lugar, diremos que los «Z» profundizarán los cambios de la generación que los antecedió. Tienen un profundo vínculo con la tecnología; nacieron y crecieron con internet.
¿Qué quiere decir esto? Buscan agilidad, practicidad, viven la cultura de lo inmediato y el espacio virtual es, en buena medida, su mundo social. Este es el modo que ellos conocen para las relaciones humanas. Son capaces de hacer grandes comunidades y enormes colaboraciones por medio de Internet, sin conocer a nadie personalmente. Esta peculiar conexión con la tecnología será un elemento fundamental en su modo de concebir las relaciones profesionales.
En este escenario, la comprensión de estas nuevas generaciones se facilita mediante liderazgos más abiertos y horizontales. El líder democrático toma decisiones tras potenciar la discusión del grupo y agradece las opiniones de sus seguidores. Los criterios de evaluación y las normas son explícitos y claros. Cuando hay que resolver un problema, ofrece varias soluciones, entre las cuales el grupo tiene que elegir. En complemento, el buen manejo de las herramientas tecnológicas es, sin dudas, una cuestión fundamental.
La empatía permitirá al líder desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar de sus empleados. Sabrá como proceder al percibir y comprender los puntos de vista de cada uno de los miembros de determinado grupo de trabajo.
Todos estos aspectos suelen ser muy valorados por los jóvenes profesionales, quienes buscan referentes capaces de adaptarse a su dinámica, sus necesidades y las nuevas tendencias que marcan el pulso del mundo del trabajo.
Por Diego Kirschenbaum, director de Capital Humano.