Empresarios pyme: Cómo vencer el síndrome de Peter Pan
Empresarios pyme: Cómo vencer el síndrome de Peter Pan
Así como hay personas que no quieren crecer ni tomar nuevas responsabilidades, lo mismo suele ocurrirles a algunos empresarios pymes. Este fenómeno, al que algunos llaman Síndrome de Peter Pan, se da por múltiples motivos, que pueden ir desde la falta de recursos o el temor a delegar responsabilidades en los demás hasta la necesidad de que exista un contexto económico más certero o incluso por la idea de que «si siempre hicimos las cosas de esta forma, no hay ningún motivo para que lo hagamos diferente». Así, muchas veces, las organizaciones prefieren no expandirse y desoyen el viejo dicho que reza: «el que no arriesga no gana».
La directora de Biztorming, Luciana Paulise, considera que los principales motivos por los que las pymes le huyen al crecimiento están vinculados a los recursos que se precisan para ello, a las expectativas que tengan y al temor a delegar responsabilidades: «El dueño quiere tener todo bajo su control» y el crecimiento les impide «manejar todo», asegura. Ese fue uno de los motivos por los que Nadia Bretto no se animaba a «dar el salto» en su compañía, Mi Asistencia Virtual.
Su firma ofrece asistentes que «brindan sus servicios de forma remota a emprendedores, profesionales independientes, particulares y pymes».
«Veía a Mi Asistencia Virtual como una compañía unipersonal, en la que los servicios llevaban mi impronta y nadie podría hacerlos como yo. Ego emprendedor, tal vez, o simplemente no podía ver de qué manera brindar los servicios como lo hacemos en la actualidad», recuerda Bretto al referirse a los primeros tiempos de su emprendimiento, en 2009. Sin embargo, el cambio no se hizo esperar.
La emprendedora pronto se dio cuenta de que necesitaba ayuda. «El boca en boca hizo de lo suyo, y me solicitaban servicios que, por cuestiones de tiempo, no podía tomar. Es ahí cuando entiendo que es momento de replantear el negocio», relata. Así fue que se puso en contacto con Paulise para que la asesorara en el desarrollo de su plan de expansión. Y, así, logró que el emprendimiento, que este año espera alcanzar una facturación de $ 500.000 y un promedio de 50 clientes por mes.
Los mitos instalados
Leonardo Glikin, director de CAPS Consultores, alude a las reiteradas crisis económicas que padece la Argentina como el principal obstáculo para la expansión de las pequeñas y medianas compañías. Para él, el contexto económico hace que muchos empresarios crean que resulta «imposible planificar». No obstante, destaca que no es técnicamente cierto, sino que se puede, «pero hay que asumir que los desvíos en la planificación pueden ser muy grandes», dice.
Sebastián Benzi, fundador de Desinmec, una empresa dedicada a desarrollar equipos innovadores y que hoy emplea cerca de 30 personas, asegura que durante los 11 años de vida que tiene la empresa, «la mayoría de las decisiones de crecimiento o inversiones se han tomado por convicciones respecto al futuro». Y, en línea, el emprendedor agrega que muchas veces esto ocurrió «bajo contextos no muy favorables, pensando en que un próximo ciclo con vientos a favor nos encuentre bien parados para aprovechar mejor los nuevos desafíos».
Por su parte, Lew Idiomas, una compañía que ofrece servicios idiomáticos integrales, es otro ejemplo de que, aun en medio de contextos desfavorables, se puede arriesgar. «Crecer es algo que está permanentemente en nuestros planes. Hemos atravesado las más variadas crisis en estos casi 22 años y siempre lo hicimos con la idea de una permanencia y un crecimiento gradual y constante», explica Carina Ventimiglia, una de las fundadoras de esta empresa que hoy emplea a más de 120 profesores, quienes dictan cursos de inglés, francés, chino, español, italiano, portugués y alemán, y ofrecen clases a más de 500 estudiantes provenientes de 27 empresas.
Al impedimento de las crisis económicas propias del país, Glikin le suma otro, que tiene que ver con la creencia que suele existir entre los empresarios pymes: «Si siempre hicimos las cosas de esta forma, no hay ningún motivo para que lo hagamos diferente». Glikin asegura que esto «impide parar la pelota, mirar los procesos y a las personas, e imaginarse una empresa futura que sea diferente a la actual».
Para él, en la mayoría de los casos se produce una especie de «proceso evolutivo natural» que nada tiene que ver con las decisiones del empresario, sino con un cambio en el contexto. Por ejemplo, cuando se da un aumento repentino de la demanda o si surge un contrato «extraordinario» que altere el negocio.
Organizar los procesos
Paulise considera que «la mejor forma de crecer es organizando los procesos». En el mismo sentido se expresa el director de Capital Humano, Diego Kirschenbaum, que resalta que, en muchos casos, las pymes no tienen del todo presente que son los procesos asentados y profesionales los que les «permitan ser más eficientes y poder competir a mayor escala».
Bretto da cuenta de ello: «Luciana me ayudó a sistematizar procesos que se realizan en atención al cliente, al brindar los servicios y administrativos. Muchas veces nos encontramos tan inmersas en la vorágine cotidiana que no vemos la salida, y una simple hoja de ruta puede hacer maravillas». Explica que esto tiene que ver con plasmar los procesos que se realizan en la empresa y usarlos como una «guía para ejecutarlos y de esta manera comenzar a sistematizarlos». Así logró implementar un sistema y delegar las tareas en forma eficiente, además de tener datos concretos de lo que realmente sucede.
La organización también fue clave para Javier Lion, fundador de Delivery Comida para Mascotas. A los pocos meses de haber iniciado su emprendimiento, quería crecer y prosperar, pero su temor era «ahogarse en el intento». Entrega unas 25 bolsas por semana y explica: «Eso lo puedo hacer, logro cumplir con los clientes, tener un stock, organizarme y ser eficiente». Ahora bien, su temor es poner muchos avisos y no poder responder a las nuevas demandas.
Ante la pregunta de si no ha considerado contratar a alguien más, cree que pone en riesgo la atención personalizada que logró darle a su servicio. Y a esto le agrega que, muchas veces, crecer implica tener más empleados y responsabilidades, que no se traducen en ganancias significativas.
De todas formas, tiene en mente «aceitar el sistema» y contratar un flete que se encargue de llevarle la comida a sus clientes, porque él tiene que «estar ocupado en hacer crecer el negocio, no en buscar las bolsas». Precisa: «Quiero ver qué otra atención necesita el cliente, mejorar los anuncios o hacer un curso». Quiere prepararse antes de dar el siguiente paso.
¿Panorama adverso?
De acuerdo con Paulise, autora de SOS pymes, una de las quejas más frecuentes en este mundillo tiene que ver con las cargas impositivas: «Para los que respetan las normas, es muy difícil ser rentable con las leyes actuales, en donde los empleados tienen tanta carga», señala. Glikin agrega que «la compensación de personal debería revisarse de manera tal que la decisión de contratar gente no sea vista como una inversión de costos impredecibles, como ocurre ahora».
Y observa: «En función de evitar la economía en negro, se termina castigando de manera exagerada a quienes trabajan en blanco», entre otras cosas, porque les imponen multas que a veces tienen que ver con errores formales en la registración y que «van más allá de cualquier previsión de costos».
Por otra parte, el director de CAPS Consultores afirma que no existe una política específica para beneficiar a las pymes ni un «pensamiento específico en función de su crecimiento». Sugiere que se podrían promover créditos blandos, pero no sólo respecto a la tasa de interés, sino también en la forma de repago.
Por su parte, Diego Kirschenbaum, director de la firma de consultoría Capital Humano, considera que falta información con respecto a los créditos que disponibles para el sector y opina que se «podría mejorar la ayuda del Gobierno para darle difusión a las pymes en otros mercados». Y a esto le agrega una cuestión no menor, que tiene que ver con la burocracia que implica obtener un crédito o subsidio, además de «los fantasmas que le generan a una empresa chica la necesidad de dedicarle mucho tiempo o contratar a un gestor, que le complica aún más las cosas».
Financiación
«Hay muchos programas de financiamiento que permitirían a las pymes animarse a crecer», asegura el director de Capital Humano. Para él, un gran inconveniente es que falta información al respecto: «Hay un gran problema de comunicación», sentencia. Y a esto le suma que los pequeños y medianos empresarios que «muchas veces están desbordados como para ocuparse de estos temas o simplemente no saben cómo hacerlo».
Paulise reconoce que falta información respecto de las herramientas de financiamiento disponibles. Habla la existencia de un «descreimiento» generalizado. Según su experiencia, los empresarios no se sienten seguros a la hora de embarcarse en un crédito que después no puedan pagar como consecuencia de los cambios en las normas del país.
Y a esto le agrega que las entidades piden «demasiada documentación» a un sector que no se caracteriza por tener todo en blanco. Ambos elementos hace que busquen otros caminos. A esto, Glikin le agrega que en medio de un contexto poco certero, caracterizado por cuestiones que el empresario no puede controlar, como la inflación, las tasas variables o los créditos sujetos al dólar, los empresarios evitan las herramientas financieras.
En el caso de aquellos que apuestan a emprender sin contar con la ayuda económica de entes financieros, como fue el caso de Lo Pop, un microemprendimiento familiar de objetos de decoración, sus principales miedos tuvieron que ver con «invertir en un negocio o idea que puede no ser del todo rentable y terminar perdiendo los ahorros y el tiempo», relata Loli Parodi, quien fundó la marca con el apoyo incondicional de su pareja, Mariano Mieres.
Parodi señala la desventaja que tienen a la hora de imponer y difundir sus productos, como consecuencia sus escasos recursos económicos, frente a marcas que ya están consolidadas en el mercado. Pese a eso, la pareja se animó a «pelearla» con sus propios diseños «intentando darle un estilo más personal».
Además, Parodi y Mieres subrayan la capacidad de atracción que les dio apostar a las redes sociales, al boca en boca y a contratar una agencia de comunicación para difundir más su marca. «Uno siempre tiene que ser el primero en creer intensamente en sí mismo y, en base a eso, animarse siempre a seguir», concluye la fundadora de Le Pop. Como consejo, señala que «uno siempre tiene que ser el primero en creer intensamente en sí mismo y, en base a eso, animarse siempre a seguir».
Cómo dar batalla
Para Glikin, una buena manera de superarlo es a través de la consultoría. Según su opinión, el empresario suele ser «remiso a pagar para recibir un feedback por parte de otros», cuando los consultores son los que verdaderamente están al tanto de lo que ocurre en el mundo empresarial, dado su constante diálogo y contacto con diferentes realidades del mundo económico y empresarial. Defendiendo su actividad, Glikin dice que el aporte de un consultor posiblemente sea el «adecuado para crecer de una manera diferente».
No obstante, Glikin recomienda el modelo que ofrecen ciertas organizaciones en las que se reúnen entre a diez o 15 empresarios con un coordinador, y cada uno expone sus problemáticas -tanto personales como empresariales. Lo positivo de este tipo de encuentros, dicen quienes han asistido alguna vez, es que les permite estar al tanto de las mejores prácticas de los demás. Y asegura que estos mecanismos «ayudan a perder los miedos, a partir de estar un poco más informado de otros modelos». Y agrega: «es una posibilidad de conocer otros casos de éxito y animarse a probar».
Su postura coincide con lo que sugiere el director de Capital Humano: «Cada vez es más visible el efecto positivo de la planificación de RR.HH. en el éxito de las pymes. Diagnosticar escenarios y aplicar políticas profesionales permiten desarrollar una mirada a futuro para que el negocio sea exitoso. Para lograrlo es necesario recurrir a los especialistas», concluye Kirschenbaum.